¿Cuándo decidiste ser escritor?

De adolescente, escribía los típicos y típicamente horribles poemas de contenido político, consciencia de clase. ¡Y pobres las muchachas que caían víctimas de mis estrambóticos épicos amorosos! Cuando por fin me largué del Imperio de la Horterada, busqué fortuna y expresión, primero en México, luego en Europa. Como todo paleto americano con ínfulas artísticas, acudí a París, para seguir en los pasos de mis admirados Joyce, Henry Miller, Hemingway etc... Al no encontrar ese mítico París, ya inexistente, ¿alguna vez existió?,acabé en Barcelona. Escribía afanosamente pero sólo diarios (como desahogo; libretas y bolígrafos salen más baratos que terapia y fármacos). Intentos de escribir cosas reales, sin embargo, con pies y cabeza, con principio y final, con personajes, tramas, argumento y todo eso no resultaron. Siempre me faltaba la mítica “primera palabra”. No había sufrido lo suficiente. No había pagado la cuota de carne y sangre. Sólo después de pasar por experiencias como el matrimonio y la paternidad, por tener varios problemas de salud, roces con la muerte, entonces las ideas comenzaron a fluir y desde hace ya 11 años, no dejan de fluir.

¿Qué tipo de novelas son las que más te gusta escribir?

Me atraen novelas que me permiten desarrollar mi sentido de lo absurdo y de la ironía, mi humor negro, negrísimo, mi mala leche atemperada con un inexplicable e injustificable optimismo. Prefería escribir retorcidas historias de retorcidos amores, cosas de fantasmas o fenómenos paranaturales, pero las circunstancias me llevan a meterme más de lo que quisiera en terrenos políticos, sociales. Si hay un leitmotif en todo lo que escribo es la presencia de protagonistas anónimos, marginados, apocados que se arrastran por un mundo que ellos escasamente entienden, cuyos fines y valores no comparten. Y sin embargo siguen, qué remedio, hasta que se ven impulsados por la adversidad a cometer actos violentos. ¿Somos todos asesinos en potencia, esperando la chispa que nos detone? Pregunto.

¿Cuál ha sido tu último libro?

Mi último libro, Mundus Furibundus, sin ir más lejos, se trata precisamente de éso, de dos hombres víctimas de las circunstancias, en este caso la actual crisis económica. Ellos, desesperados, sin ya nada que perder, buscan vengarse de los arrogantes e insolentes que los han hundido a ellos, al mundo entero, en la miseria.

¿Cómo se te ocurrió la idea de escribir tu último libro? ¿qué te inspiró?

Hubo un cuádruple asesinato en Olot; un hombre que había perdido el trabajo, la casa, todo. Un buen día coge su escopeta conejera y se carga al hijo-de-puta del jefe que lo había estafado vilmente y al chorizo del banquero que lo había desahuciado y arruinado. No me pregunté por qué había pasado sino por qué no pasa más a menudo. ¿Somos santos o somos imbéciles por soportar tanta avaricia, tanta insolencia y corrupción oficiales, tanta inútil miseria sólo para que se enriquezcan obscenamente unos pocos, muy pocos desaprensivos? En Mundus mis dos desgraciados protagonistas emplean una inútil, impotente y desesperada violencia en contra de sus atormentadores. ¿Son criminales o son soldados en una guerra de clases que las clases altas hasta ahora, están ganando por escandalosa goleada? ¿Estos actos son terrorismo o una legítima defensa propia?

¿Qué personaje de tus novelas es al que le tiene más cariño? ¿Por qué?

Curioso, siento una atracción para mis villanos. En Mundus me esmeré en el retrato de “el Algarrobo”, un típico empresario especulador chorizo de ésos que tanto infestan nuestra geografía. También retraté bien al “Águila”, el arrogante e inescrupuloso presidente de un hedge fund, ya multibillonario pero siempre afanándose para ganar más, aún más, siempre más.

Algunos creen que la vida de los escritores se reflejan en su obras ¿qué parte de ti se ha quedado en la novela?

Esta novela es quizás la menos autobiográfica de las mías. Personalmente no he padecido los efectos de la crisis pero no quita que me pregunte qué haría yo en esas circunstancias – en la puta calle, sin trabajo, sin casa, sin futuro, sin esperanza. ¿Recorrería yo a un patético, inútil acto de desesperada violencia contra los idiotas que me habían destruido? Yo sólo quiero que me dejen en paz pero si empujado al límite, ¿respondería? Lo que sí es una constante en mi obra es el vivo desprecio que siento contra todo Poder y Autoridad, por las injusticias que éstos acarrean y perpetúan en defensa de los espurios intereses de unos pocos, muy pocos ladrones.

¿Cuál ha sido el último libro que has leído?

Me pillas en bragas. Con el follón de la presentación, poco tiempo he tenido para leer en estos últimos meses. Leí de Saramago. Tengo de Pere Calders en mi cabecera. Un libro que me impresionó mucho fue de Vasili Grossman.

¿Quién es tu escritor favorito?

Mis influencias se asoman en mis escritos. Plagio constantemente y descaradamente elementos surrealistas: Joyce, de Burroughs, de Miller, elementos de terror de Kafka. Me gustan mucho mis rusos, Tolstoy, Gorki, Dostoyevski...

¿Qué nos puedes contar sobre tu próxima novela?

Aunque me prometí solemnemente no escribir más sobre asesinatos, odio, sangre y violencia, aunque me amonesté no meterme más en política y limitarme a escribir levemente pervertidos cuentos de amor y desamor, mal intencionadas observaciones sobre la enternecedora estupidez humana, me he metido en otro buen berenjenal. Escribo ahora sobre un tipo, marginal, solitario, anónimo que de nuevo, por circunstancias ajenas a su control, se ve obligado a tomar parte en una guerra de “independencia”, matar y morir por una causa que él, apátrida hombre del mundo, de todas partes y de ninguna, no comparte. Y sin embargo, lucha. Creo que lo único que conseguiré será molestar tanto a separatas como a unionistas. Entre la ingenuidad de unos, la brutalidad de otros y el autismo de todos...