¿Cuándo decidiste ser escritora?

El impulso creativo más que acontecer me ha acompañado desde la infancia. Desde las pequeñas obras de teatro que escribía en el papel de estraza de los mercados hasta los cuentos que fueron tomando forma durante la adolescencia. Esa necesidad de escaparme a través de puertas de papel siempre ha estado ahí.

¿Qué tipo de novelas son las que más te gusta escribir?

Los géneros que hasta ahora he cultivado son la narrativa breve y la dramaturgia. En los últimos tiempos he estado trabajando en una novela de la que tan solo he trazado un esbozo. En todo caso, sea cual sea el género de la obra, me interesa escribir algo que roce, aún levemente, lo esencial de la condición humana. El dolor, el miedo, la mortalidad, el sueño, la sutil alegría. Todo lo que rodea el gran misterio de nuestra existencia, esa pregunta sin respuesta.

¿Cuál ha sido tu último libro?

"Melancolía y otros pájaros", un compendio de quince relatos situados en la frontera entre realidad y fantasía, entre el mar y la tierra más árida. En cierto modo se trata de una propuesta de viaje narrada desde distintas perspectivas. Cada cuento supone una catarsis, un cambio de piel. Espero que al cerrar el libro, el lector sienta que no es el mismo que comenzó su andadura en la primera página.

¿Cómo se te ocurrió la idea de escribir tu último libro? ¿qué te inspiró?

El viaje es para mí una fuente potente de inspiración. En este libro están presentes paisajes muy diversos: el mar de mi infancia, la Castilla remota de mis antepasados, las islas griegas, Lisboa, Estocolmo... A menudo en los viajes un destello o asombro me asalta. Sé desde el primer momento que ese brillo esconde una historia y ese es el punto de partida. Un niño tocando con maestría una trompeta, una boda celebrada durante el carnaval, una barca cargada de fruta, una frase susurrada, un reguero de jugo de uvas deslizándose por un surco de tierra... De estos instantes minúsculos nacen mis historias.

¿Qué personaje de tus novelas es al que le tiene más cariño? ¿Por qué?

Siento una especial predilección por los personajes que deambulan por el margen de la Historia. Los frágiles, los sin voz, los que son tachados de locos o soñadores. Mi mirada siempre se centra en lo pequeño, casi inaudible. En los gestos y voces más rudas puede encontrarse verdades rotundas, en estado puro.

Algunos creen que la vida de los escritores se reflejan en su obras ¿qué parte de ti se ha quedado en la novela?

Mis relatos están llenos de experiencias personales. Algunas vividas, otras observadas e incluso soñadas. Creo que no existe una obra que no tenga una íntima conexión con su autor aunque esta se muestre más o menos velada en el proceso de escritura. Conozco bien los paisajes en los que suceden mis historias, los colores del bosque y el sabor de las ciudades. Cuando escribo, por ejemplo, sobre Lisboa lo hago desde mi vivencia, mi propia ciudad interior reelaborada a partir del recuerdo.

¿Qué opinas de los soportes digitales para la lectura?

Escribir es un acto de comunicación. Lo importante es que la obra llegue al lector, que se lea. El formato solo es un vehículo. Estamos viviendo un tránsito hacia la digitalización de los contenidos y las editoriales deben adaptarse a esta nueva tendencia. El libro en papel es bello e indudablemente no desaparecerá puesto que algunas obras lo requieren para completar su mensaje. Pero no debemos encerrarnos en la nostalgia de los formatos. El papel o la pantalla solo son la piel de una historia. Su alma está en el interior.

¿Te relacionas con tus lectores a través de las redes sociales?

Sí. Durante años mantuve un blog llamado Por el color del trigo donde trataba de arrancar destellos a lo cotidiano. Actualmente he abandonado ese puerto pero desarrollo una actividad fluida a través de redes sociales. Gracias a ellas es posible difundir a gran escala actos literarios, reflexiones, hallazgos. Las redes sociales, bien empleadas, son una de las herramientas más liberadoras de las últimas décadas. Dan voz a quien no la tenía, nos salvan de la dictadura de los medios de comunicación oficiales.

¿Cuál ha sido el último libro que has leído?

Actualmente estoy leyendo "Walden" de Henry David Thoreau. Este es un libro verdaderaménte catártico, una revelación lúcida que necesitaba en este momento de mi vida. Cada página contiene multitud de reflexiones sobre la libertad, el sentido de la existencia, la búsqueda de nosotros mismos. Cada vez que abro este libro una brecha de silencio rasga el ruido que me rodea. Es un libro necesario que me devuelve la esperanza.

¿Quién es tu escritor favorito?

Elegir siempre es restar pero en este caso debo ser sincera y responder sin dudar un nombre: Julio Cortázar. Por su escritura, que es brillante, por su sentido del juego, de la existencia al margen de la aplastante realidad. Por su mirada poliédrica, por su infancia permanente, por todo lo que ha aportado a mi vida desde el silencio del interlineado. Desde que supe que era un cronopio comprendo mejor mi forma de estar en el mundo. Todo eso se lo debo a Julio, ese deslumbramiento.

Si pudieras escoger sólo un libro ¿Cuál escogerías?

Me quedaría a vivir eternamente en la arena dorada del Sáhara. Esas dunas cruzadas bajo una estrella de "El Principito". El libro más sencillo, la respuesta más simple a la gran pregunta. Saber que una migración de pájaros silvestres puede arrancarme de este planeta me hace sonreír con libertad.

¿Qué nos puedes contar sobre tu próxima novela?

Actualmente mi proyecto de novela se ha visto interrumpido por la llegada de dos relatos. El que estoy trabajando actualmente se titula "Calor" y transcurre a lo largo de un verano, en una villa donde una adolescente recibe clases de piano. Al escribirlo recuerdo a Curson McCullers, una de mis escritoras de cabecera y gran pianista desde la infancia. Ese espíritu audaz y frágil a un tiempo es el que caracteriza a mi protagonista.

Punto final. ¿Quieres añadir algo a modo de despedida?

Nos vemos en las encrucijadas de caminos de los libros. Ya sea verano, otoño, invierno o primavera. En esa vida paralela donde no son necesarias brújulas ni mapas. Solo el ánimo de seguir caminando una página tras otra.