Primo de Rivera describió a Valle-Inclán como «eximio escritor y extravagante ciudadano», y con más fortuna de la esperada, la frase sobrevivió al tiempo, paradigma de la cortina de tópicos y anécdotas que ha ocultado la persona­lidad de don Ramón. Todo en su vida aparenta ser una contradicción: su lugar de nacimiento, el apellido inventado, su ideología: carlista por estética para unos, filocomunista para otros…

Esta obra única, escrita por su nieto, permite conocer a un personaje diferente, desde sus comienzos en Madrid en 1895 hasta su último año de vida en Santiago de Compostela, desmintiendo el calificativo de «extravagante».