Aldea 1936 tiene mucho de novela histórica. Es el fiel testimonio de alguien que vivió y sufrió los hechos principales que narra. Tiene el extraordinario valor de ser un documento de época, un veraz retrato del mundo en conmoción que vivieron y sufrieron millones de españoles en aquel fatídico julio de 1936, cuya vida quedó sacudida y en parte destrozada por el brutal levantamiento militar. Escrita en los años de plena juventud del novelista, cuando todavía estaban muy vivos en su mente los recuerdos y las experiencias de la niñez, que junto con los elementos de ficción, la fantasía libre y la realidad histórica vivida juegan un papel decisivo en la textura de esta obra. Algún crítico percibió muy pronto la importancia de la novela situando a su autor entre los mejores de las letras españolas: “López Rueda pertenece a la generación novísima de Castresana, Aldecoa, Sánchez Ferlosio y Juan Goytisolo, es decir, a la quinta de los niños sensibles – 1936- que vieron con ojos de llanto el resplandor sangriento de la guerra civil “. Del prólogo de Juan Cano Ballesta.