El nacimiento del nuevo espacio europeo de educación superior ha significado el advenimiento de las competencias estudiantiles como organizadoras de una titulación, ocupando el lugar del sistema de créditos basados en horas. El nuevo concepto de convergencia, además de la adaptación de la educación superior a este nuevo espacio europeo en crecimiento, conlleva un componente esencial: el puesto central del aprendizaje en la persona a lo largo de la vida. No se trata de conservar o proteger un patrimonio educativo, sino de crear nuevos fundamentos que preserven valores y derechos universales de los ciudadanos, y el respeto a la autonomía personal en el aprendizaje estudiantil y a la autonomía organizativa de las universidades, que es el fundamento de su responsabilidad ante la sociedad.
La educación superior tiene que ser una forma de comunicación de bienes, de personas y de ideas procedentes de diversos escenarios, donde los esfuerzos de los individuos se colocan en el plano de igualdad que corresponde a un espacio único. Así, la convergencia es una modulación de las asimetrías de las titulaciones universitarias para lograr un sistema de certificación y acreditación reconocido entre los países.
La obra analiza esta cuestión estructurando sus contenidos de la siguiente forma: los seis primeros capítulos cumplen unos requisitos conceptuales para dar a la obra unidad de tratamiento y carácter singular en la selección de las competencias estudiantiles.