Hay mujeres que con su vida abarcan la historia de un siglo y de un país, y Diana Mosley fue una de ellas. Acostumbrada a la compañía de los más destacados representantes del grupo de Bloomsbury, la joven Diana cenaba a menudo en casa de los Churchill, recibía cartas de amor de Evelyn Waugh, tuvo como padrino de bodas a Adolf Hitler y tras la guerra contó entre sus amigos a los duques de Windsor. Cuando tenía casi noventa años, la dama decidió que había llegado el momento de contar su vida, así que Anne de Courcy pasó muchos meses escuchándola, leyendo su diario y repasando su correspondencia personal. Diana puso una condición antes de hablar: quería que su historia viera la luz solo cuando ella hubiera muerto, y su voluntad fue respetada. Así es como nació esta magnífica biografía de lady Diana Freeman Mitford, que en 1932, cuando acababa de cumplir veintidós años, decidió abandonar a su esposo y exponerse al rechazo de los suyos para convertirse en la amante de Walter Mosley, el hombre que lide-raba el movimiento fascista en Inglaterra. En 1936 pudo por fin casarse con él en una de las salas privadas de la casa de Goebbels en Alemania, y los dos sufrieron tres años y medio de arresto domiciliario durante la Segunda Guerra Mundial. El paso de los años no alteró las convicciones de Diana, una mujer a todas luces culta, que se negó a aceptar el horror del holocausto y murió pensando que Hitler era un hombre de grandes ideales. De ahí la importancia y la actualidad de este libro, que reúne en sus páginas los sueños, las realidades y los desvaríos que han marcado el destino de Occidente.