Siempre pienso que si he llegado donde he llegado, si he podido hacer lo que quería, si he superado siempre los obstáculos –que he superado muchos–, nada me hace pensar que no pueda seguir haciéndolo de ahora en adelante. El camino se anda paso a paso, la piscina se recorre brazada a brazada. Tienes que saber qué dirección tomas, pero no debe preocuparte cuándo ni por dónde llegarás. Simplemente hay que ir tirando, disfrutando del ahora y del aquí, sin mirar constantemente por el retrovisor ni tampoco obsesionarse por todo lo que todavía tiene que llegar. Yo confío en mi suerte. La suerte que construyo día a día invirtiendo esfuerzo y tiempo en aquello en lo que creo realmente. Así es como lo he hecho hasta ahora dentro del agua y así es como quiero seguir haciéndolo también fuera de la piscina. Acepto que ha terminado una etapa y espero que la que venga sea mejor. Y no sufro por no saber con certeza cómo será, al contrario, admito que me gusta que todo tenga este punto de incertidumbre.