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Sinopsis
El Encierro viene a ser la perpetuación como espectáculo de una actividad cotidiana, el traslado a pie de las reses desde ganaderías a corrales de los extrarradios, y, desde allí, al interior de las ciudades. Las primeras noticias de actividad taurina en Pamplona datan del s. XIV.
Las primeras noticias relativamente fiables sobre el encierro se remontan a los inicios del s. XVIII. La manada entraba al galope arropada por los cabestros. Les precedía un caballista, el teniente de justicia o el Abanderado de San Fermín. Detrás iban los pastores. El recorrido en esa época era parecido al actual, pero a lo largo de los años ha ido variando así como también el horario del inicio.
El desarrollo del Encierro responde a la orografía del recorrido y sus curvas, a las zonas de mayor acumulación de corredores y al comportamiento de los astados. Los toros, frescos y recién salidos de los corrales, llegan con mucha fuerza a la cuesta de Santo Domingo. Ayudados por la pendiente, los morlacos van tan rápido que atropellan casi a los corredores, que realizan carreras muy cortas y ajustadas.
La manada se agrupa un poco a su paso por la Plaza del Ayuntamiento, donde poca gente corre hacia el complicado estrechamiento del inicio de la calle Mercaderes, una leve curva a la izquierda en la que se entra con el sol en los ojos y los toros lanzados. Los toros siguen acelerando al llegar a la Plaza de Mercaderes, sin mucho campo visual.
Una vez en Estafeta, encabezados generalmente por los cabestros y azuzados por los pastores, los astados reinician la carrera con la manada disgregada o estirada. En el primer tramo de esa calle, ascendente, los toros se arriman primero a la pared izquierda, mientras se reagrupan. Se contemplan carreras bonitas. La manada, poco antes del cruce con la Bajada de Javier, se va centrando en la calle. En el segundo tramo de la calle se estira, favoreciendo buenas carreras. Lo mismo podemos decir del tramo de Telefónica. Se vuelve a complicar el encierro en él hacia el estrecho callejón de acceso a la plaza, lugar de históricos ?montones? por la caída de corredores. En el coso la carrera se desorganiza, los bureles (siempre que no sean distraídos o vayan sueltos) siguen a los cabestros o son orientados por los dobladores hacia los corrales.
Las primeras noticias relativamente fiables sobre el encierro se remontan a los inicios del s. XVIII. La manada entraba al galope arropada por los cabestros. Les precedía un caballista, el teniente de justicia o el Abanderado de San Fermín. Detrás iban los pastores. El recorrido en esa época era parecido al actual, pero a lo largo de los años ha ido variando así como también el horario del inicio.
El desarrollo del Encierro responde a la orografía del recorrido y sus curvas, a las zonas de mayor acumulación de corredores y al comportamiento de los astados. Los toros, frescos y recién salidos de los corrales, llegan con mucha fuerza a la cuesta de Santo Domingo. Ayudados por la pendiente, los morlacos van tan rápido que atropellan casi a los corredores, que realizan carreras muy cortas y ajustadas.
La manada se agrupa un poco a su paso por la Plaza del Ayuntamiento, donde poca gente corre hacia el complicado estrechamiento del inicio de la calle Mercaderes, una leve curva a la izquierda en la que se entra con el sol en los ojos y los toros lanzados. Los toros siguen acelerando al llegar a la Plaza de Mercaderes, sin mucho campo visual.
Una vez en Estafeta, encabezados generalmente por los cabestros y azuzados por los pastores, los astados reinician la carrera con la manada disgregada o estirada. En el primer tramo de esa calle, ascendente, los toros se arriman primero a la pared izquierda, mientras se reagrupan. Se contemplan carreras bonitas. La manada, poco antes del cruce con la Bajada de Javier, se va centrando en la calle. En el segundo tramo de la calle se estira, favoreciendo buenas carreras. Lo mismo podemos decir del tramo de Telefónica. Se vuelve a complicar el encierro en él hacia el estrecho callejón de acceso a la plaza, lugar de históricos ?montones? por la caída de corredores. En el coso la carrera se desorganiza, los bureles (siempre que no sean distraídos o vayan sueltos) siguen a los cabestros o son orientados por los dobladores hacia los corrales.
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