Sonia es una adolescente siciliana que decide abandonar su pueblo natal para estudiar matemáticas en la Universidad de Berlín. De origen humilde, su padre administra un hotel y su madre es bibliotecaria, de modo que no le pueden ayudar a pagarse los estudios. Ya en Berlín, Sonia pronto se da cuenta de que lo que gana trabajando de camarera en un bar no le da para mantenerse, por lo que decide explorar otras actividades. Estudia matemáticas por la mañana, lleva a su hijo al colegio, se reúne con sus amigos el fin de semana… Sonia es una joven normal y su trabajo principal es vender su cuerpo. Y en eso ella no ve ningún problema. ¿Cómo una joven estudiante entra en el mundo de la «luz roja»? ¿Cómo concilia sus dos realidades? La prostitución no es su primera opción: primero trabaja como stripper para una web erótica en Internet, y luego como masajista en un centro de estética. Hasta que un día, acuciada por las deudas, se le ocurre visitar uno de los burdeles de la ciudad. Allí Sonia descubre que lo que se suele considerar como el oficio más antiguo del mundo, representa de hecho un recurso económico fácil y rápido para algunas mujeres. Durante cinco años Sonia mantiene una doble vida: de día una estudiante más y de noche una prostituta profesional. Sonia afirma que en ningún caso se vio obligada a prostituirse, ni da sensación de haberlo pasado mal, ni de sentirse arrepentida por ello. Simplemente lo ve como otro trabajo cualquiera al que se dedican hombres y mujeres que se encuentran en una situación de necesidad.