Un rasgo singular distingue en América Latina a los intelectuales argentinos durante la mayor parte del siglo XX: su débil inserción en el Estado y en las organizaciones sociales y políticas. Concluida la etapa de la construcción de la nación en la que tuvieron un papel relevante, habrán de estar ausentes de los partidos políticos, a diferencia de sus homólogos chilenos, y su limitada presencia en la alta burocracia pública contrastará con la gravitación que en ese plano han tenido los intelectuales mexicanos y brasileños.

Esto no significa que se hayan mantenido al margen de la política. Con la atención puesta en el período abierto después del derrocamiento de Perón en 1955, este libro reconstruye diferentes modalidades de participación de los intelectuales en la esfera pública.

En la primera parte se analiza el rol cuasi político de universitarios animados por una identidad reformista, del antiperonismo al compromiso con la modernización cultural de los años sesenta. La segunda parte examina la trayectoria de la intelectualidad progresista que culmina en los umbrales de los años setenta con la politización de la cultura.