El estadounidense medio dedica más de cuatro horas diarias a ver la televisión. Hay obras de arte abstracto que se venden por millones de dólares. Las personas reducen la velocidad para contemplar la escena ensangrentada de un accidente y van a ver películas que las hacen llorar. El placer no es precisamente una sensación sencilla. Lo que deseamos, lo que nos atrae y lo que nos gusta depende de algo más que de la simetría de una cara bonita, el azúcar y la grasa que contiene la comida o la belleza de un cuadro. En "La esencia del placer", Paul Bloom se basa en investigaciones innovadoras para desvelar las razones ocultas por las que deseamos lo que deseamos. Bloom refuta la idea establecida de que el placer no es más que una simple respuesta sensorial y nos demuestra que está fundamentado en nuestras creencias sobre la naturaleza profunda o la esencia de los objetos. Por eso preferimos el Rolex de verdad al de imitación, el Picasso auténtico al falsificado, la mujer de quien nos hemos enamorado a su gemela idéntica. En este fascinante texto, Bloom bebe de las fuentes del desarrollo infantil, la filosofía, la neurociencia y la economía para explicar los placeres, desde los más intelectuales hasta los más sórdidos. De paso, nos ofrece revelaciones sin precedentes sobre un campo de la psicología humana que hasta ahora sólo comprendíamos de forma parcial.