Un avión marcha desde Madrid con destino a México DF. El protagonista tiene como misión ayudar a una ONG a unas labores de cooperante con los pueblos indígenas de la huesteca potosina de San Luis de Potosí. En Xixitla se encontrará con un grupo de occidentales con la misma intención, pero no será hasta que se adentre en el mundo de los indígenas cuando se dé cuenta de la cruda realidad de ese pueblo y esa cultura tan olvidada por el gobierno mexicano, desde la discriminación de los ancestros hasta el ostracismo de las selvas. De todas formas, así como vayan pasando los días la novela se irá convirtiendo en el origen del mundo, en el poder de las fabulosas tierras, en la magua de las montañas en que los mitos culminan bajo el sol la vida, la heridas, el tiempo, el café, la enfermedad o los hijos. De repente hay un momento en el relato en que aparecen los jóvenes de la antiglobalización, unos jóvenes mexicanos, artistas y críticos con la situación del país y del mundo que propondrán al protagonista otra forma, la suya, de enfrentarse a un mundo que propondrán al protagonista otra forma, la suya, de enfrentarse a un mundo capitalista globalizado. Pero a mitad de recorrido aparece Alejandra, los pies de la india Alejandra, y todo se complica. La novela es una historia de amor entonces.