El teniente Jack McGravey y su compañero Luther Bryson estaban haciendo un servicio de rutina cuando el dueño de una gasolinera les llaman porque unos gamberros le habian roto los cristales. Cuando iban a empezar a tomar algunos datos, un desconocido sacó de pronto un arma de debajo de su chaqueta y empezó a disparar indiscriminadamente. Tras el tiroteo, Jack pudo considerarse afortunado, consiguió salvar la vida, aunque quedó paralizado de cintura para abajo. Luther no tuvo tanta suerte. Los meses que siguieron fueron muy duros. La mujer de Jack estaba en paro, él intentaba recuperar la movilidad en todo su cuerpo y el asesino había resultado ser un prometedor director de cine por el que la ciudad parecía haber perdido la cabeza. El futuro se vislumbraba demasiado incierto cuando brilló de repente una luz de esperanza: el padre de su antiguo compañero acaba de fallecer y le ha dejado de herencia un rancho en las montañas de Montana. La oportunidad de iniciar una nueva vida era demasiado atrayente como para rechazarla. Lo que de ninguna manera podía sospechar era que iban a verse envueltos en una terrible pesadilla de terror.