Del mismo modo que el franquismo no fue un período tan monocromo como algunos historiadores nos lo han pintado, tampoco el estalinismo fue una etapa tan negra ni Stalin un personaje tan incomprensible o criminal como a veces se nos ha mostrado. Anselmo Santos, quizás el español vivo que mejor conoce Rusia y su cultura, aborda la figura de este gran personaje del siglo xx con una mirada limpia y nueva, replanteándose todas las informaciones heredadas y esforzándose en conocer, entender y –cosa no siempre posible– comprender los motivos que llevaron a Josef Stalin a convertirse en personaje histórico de referencia. Y, de propina, nos ofrece un inquietante ensayo acerca del ejercicio del poder. Anselmo Santos no niega que Stalin fue uno de los grandes asesinos de la historia, pero reconoce sus extraordinarias virtudes como gobernante, muestra los grandes logros de Stalin en los diversos campos en que actuó, con particular atención a sus preferencias estéticas (en cine, literatura, ballet, etc.), sus relaciones con amigos, colaboradores y rivales, su interés e iniciativas en la modernización industrial, la “reeducación” en Siberia, los servicios secretos o su perspicacia y voluntad de hierro en el proceso de “rusificación” de las diversas repúblicas soviéticas. Sin embargo, si sorprendente es descubrir hoy aspectos nuevos de uno de los grandes dictadores de la historia europea, quizá sea el talento que pone de manifiesto el autor para sacar el máximo partido a diversos registros y géneros literarios (las memorias, las citas, la dramatización, los diálogos e incluso los chistes) lo que convierte esta biografía de Stalin en una lectura apasionante.