El hombre que detonó el caso Gürtel explica cómo y por qué lo hizo.

Pasó de funcionario del Ayuntamiento de Madrid a concejal en uno de los bastiones del PP, la madrileña localidad de Majadahonda, gracias a Francisco Correa. Fue su colaborador, su cómplice. Presenció las miserias, las corruptelas, las noches más turbias y los negocios ennegrecidos del don Vito madrileño y de otros, como Ignacio González o Francisco Granados, que entonces llevaban la etiqueta de triunfadores.

Este bedel que un día entró en el juego sucio de la política pudo ver con sus propios ojos cómo alcaldes de diversas localidades firmaban contratos a dedo a cambio de un maletín con dinero y de qué forma gerifaltes de la política madrileña movían de sus puestos a sus secuaces si no eran dignos de su confianza: es decir, si no repartían el botín con los de arriba.

Un día decidió que no podía seguir formando parte de esa trama criminal. Empezó a grabar conversaciones y a recoger pruebas que le servirían para llevar ante la justicia a aquellos que habían confiado en él. Lo hizo durante dos años. En septiembre de 2007, presentó una denuncia. Se convirtió en el gran delator. Y aquí lo cuenta todo: por qué dio ese paso, el miedo a ser cazado, todas las dudas, los peligros que corrió sin saber qué pasaría con él y si alguien le creería. Y la gran pregunta: ¿valió la pena?