Cyrano de Bergerac, diestro espadachín, dramaturgo y novelista, fue un reconocido escritor de cartas satíricas que corrían de mano en mano por las tabernas en donde se reunían o por las que pasaban los amigos de la camarilla propia, con objeto de que terminaran llegando a manos del burlado, del blanco de las pullas. En la época en que, muerto Luis XIII, se gestaban intrigas frondistas en contra del cardenal Mazarino, estas cartas gestaban las guerras literarias que, además de entretenimiento y diversión, terminaban suponiendo tomas de partido y definición de las ideas políticas y literarias de cada cual. Estas Cartas satíricas y amorosas, precedidas de cartas diversas no pueden ampararse bajo el título genérico de «Correspondencia» porque no son correspondencia, sino un ejercicio, un género literario, cuya tradición se remonta a los poetas latinos: el género epistolar. Se trata de textos de corte literario marcados por el preciosismo y el barroco, cuya agudeza crea unas veces metáforas de oscuro sentido, potencia otras los insultos y agravios personales, y hay ocasiones en que juega a rizar el rizo acercándose a la adivinanza. En Cyrano, la agudeza y la metáfora sirven para potenciar los aspectos más chuscos o los agravios más directos de una realidad iluminada con el potente foco del estilo.