1764, en Sierla, una pequeña aldea perdida en el Pirineo aragonés, empiezan a suceder cosas extrañas.
Misteriosos lobos de gran tamaño se mueven por las afueras del pueblo, se producen avistamientos de figuras mitológicas en los cerros, una niña levita dentro de la iglesia durante la misa entrando luego en convulsiones, se escuchan músicas en la profundidad del bosque y hay encuentros con mujeres desnudas que bailan entre la maleza y en los caminos, la campana de la iglesia suena sola, a muerto; un misterioso joven de color que dice ser el servidor de una princesa mora encantada que habita en un palacio en la profundidad de una cueva comienza a aparecer en los cuartos de las adolescentes del pueblo con intenciones libidinosas…
La situación se torna tan ingobernable y tan peligrosa que Elías Chicot, el merino de la aldea, corre a hablar con el señor feudal de la misma en la capital para solicitar ayuda. Este, hombre ilustrado y poco supersticioso, se limita a enviar allí al joven abogado Aquilino Aquilué, para que solucione lo que cree un simple asunto de ignorancia campesina.
Cuando Elías Chicot y Aquilino Aquilué regresan a Sierla, las cosas empeoran y se ponen mucho más extrañas y peligrosas. ¿Cómo solucionarlas?