Hannover, 1924. Alemania se está recuperando de la guerra perdida. El país está endeudado y, a causa de ello, empobrecido y desorientado. El caos se apodera de todo y comienzan a desaparecer chicos jóvenes. La Estación Central es una ratonera para las almas que llegan a la ciudad en busca de trabajo, de comida. La Policía de Hannover está desconcertada y sin ofrecer resultados ¿Dónde están esos chicos? Eso mismo se pregunta Berni Shaffer, triste porque dos de sus amigos también han desaparecido. No va a parar de preguntárselo e intentará encontrar una solución.
Fritz Haarman es el dueño de una taberna que regenta de día, por las noches hace horas extras como carnicero y chivato de la policía, un buen soplón. Aún así no es santo de la devoción del jefe de policía Renninger, inmerso en la investigación para esclarecer tantas desapariciones. El pendenciero inspector Shulze si que hace buenas migas con Haarmann, pero no tanto con sus compañeros; él va a su aire. Shulze la tiene tomada con una prostituta, cree que ésta sabe demasiado. Los rumores hablan de venta de carne... humana. Hasta que un día unos niños encuentran unos huesos en el río Leine y los desaparecidos comienzan a tomar forma. Hannover se debate en medio de la conmoción y de la aparición de más huesos.
Antonio Jiménez-Ruiz nos ofrece la novela negra histórica, basada en la vida del que se ha dicho es el mayor psicópata de la historia: El Vampiro de Hannover.