A principios de la Segunda Guerra Mundial, Anna, de ocho años, es enviada a Ashton Park, una magnífica mansión victoriana convertida en internado y regentada por un matrimonio aristocrático. Lejos del Londres asediado por las bombas, su refugio se convierte en una ventana al mundo de las emociones. Allí, a su corta edad y a pesar de su inocencia, será testigo de una historia conmovedora de amor y pérdida que marcará su vida.
Es el año 1939 y las tropas de Hitler se ciernen sobre Londres. Ante el peligro de los bombardeos nazis, Roberta accede a que su única hija, de ocho años, emprenda el viaje con otros niños hacia un lugar seguro. Y en efecto, Ashton Park, la enorme mansión victoriana convertida por sus propietarios –un enigmático matrimonio formado por un culto aristócrata, postrado en una silla de ruedas, y su exquisita e impulsiva esposa– en un internado para niños evacuados, parece un lugar perfecto para refugiarse del asedio. Allí, a medida que pasa el tiempo, Anna va conociendo al matrimonio y a aquellos que los rodean y, poco a poco, irá descubriendo todos sus secretos, sus esplendores pasados, sus dolores presentes y sus anhelos. También, y cual testigo indiscreto, asistirá al declive de la relación de la pareja, una gran historia de amor que entra en el triste trance del desamor y cuyos protagonistas, atrapados en las cenizas de lo que una vez compartieron, buscan desesperadamente el renacer de nuevas pasiones en su entorno. La estancia en Ashton Park marcará la vida de Anna porque, aunque solo se trate de una niña, allí comprenderá que el verdadero amor puede ser revelado con solo una mirada.