La plata de Judas. Los protagonistas forman parte de Ognios, el Equipo Forja, un grupo de espionaje cuya labor es preservar la soberanía de las Islas Británicas. Todos son ex militares, expertos antiterroristas y ex miembros de fuerzas especiales. Sir Charles Wyndham es el creador del grupo y junto a él trabajan Ronan Frost, Noah larkin, Orla Nyren, Konstantin Khavin y Jude Lethe, un genio de la informática. Su centro de trabajo es Nonesuch. Sin embargo aunque trabajan como parte del servicio secreto para proteger a la Reina, están totalmente excluidos de las listas de la seguridad oficial del estado. Oficialmente nadie les conoce, no existen y si algo les sucede nadie puede dar cuenta de su existencia. El primer capítulo de la novela nos sitúa después de la muerte de Jesús con la imagen de Judas Iscariote roto por el dolor, sin saber qué hacer ni adónde ir, un Judas perdido, desolado, despidiéndose del amor de su vida, María Magdalena, y unos apóstoles llenos de ira y con tal sed de venganza que terminan asesinándolo. Más tarde en la historia aparecen los nietos de Judas, Menahem y Eleazar Ben Fair. Ambos pertenecen a la banda de los Sicarios que prefirieron llevaron a cabo un suicidio colectivo en la fortaleza de Masada antes de ser aniquilados por los romanos. Antes de morir decidieron dejar como legado para la historia una espada de plata forjada con las treinta monedas que le dieron a Judas. Además Menahem redacta un manuscrito donde cuenta toda la verdad sobre el sacrificio de su abuelo, y no la traición como todo el mundo creyó que fue. Jesucristo celoso del amor que María Magdalena sentía por Judas y sintiéndose incapaz de entregarse él mismo, le pide a Judas que lo haga, aún a sabiendas de que ese acto de lealtad de Judas, sería mal interpretado y visto por el resto como un acto de traición. La historia avanza dos mil años en el tiempo y se traslada hasta la época actual. Trece personas de nacionalidad británica se han prendido fuego en diferentes países de Europa: Italia, Francia, España, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Inglaterra, Grecia, Austria, Holanda, Suiza, Rusia. En once de las trece ciudades los suicidas enviaron al mundo el mismo mensaje: “Se acerca una plaga. Durante cuarenta días y cuarenta noches la muerte se apoderará de las calles. Los que estén sumidos en el pecado perecerán. La muerte comienza ya.” En Roma y Berlín los mensajes fueron diferentes (aludiendo al tercer milagro de Fátima y a una de las profecías de Nostradamus), pero ambos tenían en común una clara alusión al asesinato del Papa.