Némesis se abre con dos líneas argumentales muy distintas que acaban por confluir, en un arranque que ya da el tono de lo que será la novela. Por un lado, Helena, la esposa de Falco, acaba de perder a un hijo en el parto, y esto la aboca a una amarga depresión, pero, paralelamente, muere también el padre de Falco, célebre por sus chanchullos y su vida disipada, quien deja abiertas muchas dudas acerca de dónde irá a parar su fortuna y bienes, y anuncia una disputa familiar. En una decisión bastante insólita, y durante unas honras fúnebres que Davis se ocupa de relatar manteniéndose muy fiel a los conocimientos históricos sobre el tema, Falco decide que abuelo y nieto compartan la ceremonia, fusionando simbólicamente de este modo la tragedia y la comedia. Tampoco faltan otros cadáveres en esta entrega de la serie, ni las jovencitas a punto de descarriarse, ni los informantes de la peor estofa, ni los chanchullos más deshonestos y rastreros que imaginarse pueda. Ni siquiera una familia de psicópatas o asesinos en serie a los que nadie parece atreverse a levantarles la voz. Quizás Némesis contiene además alguna de las escenas más duras y violentas jamás escritas hasta ahora por Lindsey Davis, y sin duda también algunos de los diálogos más frescos y chispeantes que hayan salido de su pluma. Y el resultado es la mejor novela de este ciclo.