Este libro no es un tratado teológico ni siquiera quiere parecerse a una lección moral, es lo que es, una novela ficcional sobre la vida de Jesús de Nazaret, esto vaya por delante. Es éste un Jesús que nada tiene que ver con el de los evangelios, pues el autor inventa mundos heterogéneos que le imponen una biografía muy distinta a la bíblica. La transformación del nazareno tiene que ver más con unas valoraciones humanísticas, propias de una educación intelectual que le lleva a estar en contacto con la filosofía grecolatina más que con la judaica, ocasionando en su edad de peregrino una remembranza de profundos conocimientos interiores más humanos que proféticos. La profecía aquí no se produce, pues el milagro tal y como nos lo imaginamos no se da, sino tan sólo una valoración de los sentidos espirituales propios de un hombre que ama al mundo sobre todas las cosas y que ama a todo cuanto le rodea, con sentido de existencia única y valores mínimos, que es lo que intenta transmitir en sus predicaciones. Jesús no será un profeta, sino un hombre que ame y que sane por medicación de la ciencia, del sentido de la realidad, de la praxis, de la filosofía. Los hechos producidos en los evangelios en esta novela serán trastocados violentamente hasta el punto de poder ser blasfemados y provocar el interés del escándalo.